Blog con las mejores excusas
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Había una vez un joven llamado Lucas que siempre estaba buscando excusas absurdas para evitar sus responsabilidades. Un día, Lucas llegó tarde al trabajo y su jefe, el Sr. Johnson, lo llamó a su despacho.
El Sr. Johnson, un hombre serio y estricto, le preguntó: "Lucas, ¿por qué llegaste tarde hoy?".
Lucas, con una sonrisa nerviosa en su rostro, respondió: "Verá, Sr. Johnson, mientras caminaba hacia aquí, me encontré con un grupo de pingüinos en la calle".
El Sr. Johnson frunció el ceño y preguntó: "¿Pingüinos en la calle? ¿En nuestra ciudad?".
Lucas asintió emocionado y continuó: "Sí, Sr. Johnson, ¡pingüinos de verdad! Estaban usando sombreros y corbatas, y parecían muy perdidos. Decidí ayudarlos a encontrar su camino de regreso al Polo Sur".
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La música tiene el poder de capturar emociones complejas y expresarlas de formas que las palabras por sí solas no siempre pueden lograr. Una de las temáticas recurrentes en la música es la de las excusas y la justificación. A lo largo de la historia, los compositores y cantantes han utilizado sus letras y melodías para explorar las diversas excusas que utilizamos en nuestras vidas, ya sea para evitar confrontaciones, buscar perdón o intentar explicar nuestras acciones.
En este artículo, vamos a sumergirnos en el mundo de las canciones sobre excusas, explorando cómo los artistas han abordado esta temática en su música. Desde baladas emotivas que hablan de arrepentimiento hasta canciones pegajosas que nos hacen reflexionar sobre las excusas que damos en el amor y las relaciones, analizaremos una selección de canciones famosas que han dejado su huella en el mundo de la música.
Lee más: Excusas en la música: explorando canciones que giran en torno a la justificación
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No hace tanto, en un pequeño pueblo, un grupo de estudiantes: Ana, Pedro, Laura y Marcos. Hartos de la rutina escolar, decidieron buscar una excusa para no asistir a clases y tener un día de aventuras. Tras mucho deliberar, llegaron a una conclusión: fingirían una enfermedad contagiosa y se refugiarían en una misteriosa casa abandonada.
La casa, rodeada de rumores y leyendas, estaba envuelta en sombras y polvo. Al entrar, una sensación de inquietud los invadió, pero su entusiasmo les impedía retroceder. La excusa les había otorgado la libertad que anhelaban, o eso creían.
Una vez dentro, las puertas se cerraron con un crujido macabro. Los amigos se encontraron atrapados en un laberinto de habitaciones desoladas y pasillos interminables. Los susurros fantasmales y los objetos que se movían por sí solos aumentaban el terror que se apoderaba de ellos.
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Había una vez en el reino animal una tortuga llamada Tobías. Tobías era conocido por ser un maestro en el arte de inventar excusas. Siempre encontraba una razón para no hacer algo o para justificar su pereza. Todos los animales del reino estaban cansados de sus constantes excusas y buscaban una forma de enseñarle una lección.
Un día, el sabio búho de los bosques convocó una reunión con todos los animales. Les explicó que había una tarea muy importante que debía realizarse: limpiar el río que cruzaba el reino. El río estaba lleno de basura y su agua se volvía cada vez más sucia. Todos los animales debían colaborar para solucionar ese problema.
Cuando Tobías escuchó sobre la tarea, su mente comenzó a maquinar excusas para evitar participar. "No puedo ayudar, tengo una antigua lesión en mi caparazón que me impide moverme rápidamente", dijo Tobías, mientras cojeaba alrededor del grupo.
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Mi nombre es Jordi, y siempre he sido un soñador empedernido. Un día, mientras paseaba por el parque, mis ojos se posaron en una hermosa mujer sentada en un banco, absorta en la lectura de un libro. Su nombre era Gema, y en ese instante supe que había algo especial en ella.
Lleno de valentía, decidí acercarme y entablar una conversación con Gema. Pero me di cuenta de que necesitaba una excusa interesante para romper el hielo y captar su atención. Entonces, recordé haber leído un libro similar al que ella sostenía, y decidí utilizarlo como pretexto para iniciar la charla.
Con el corazón latiendo rápido y una sonrisa en el rostro, me acerqué a Gema y mencioné el título del libro que leía. Para mi sorpresa, mostró interés y se abrió a la conversación. Rápidamente descubrimos que teníamos mucho en común: compartíamos gustos literarios, aspiraciones de vida y un sentido del humor afín.
Lee más: La excusa que cambió mi vida: El encuentro con Gema